POR QUE NOS GUSTA TANTO COMPRAR ROPA?

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¡BUEN DÍA A TODAS! Les confieso que los jueves se están convirtiendo en mis días favoritos, me encanta el intercambio que estamos generando gracias a estos newsletters y la cantidad de temas interesantes que van surgiendo. Espero que ustedes también los estén disfrutando.

Con motivo del pasado BLACK FRIDAY y tratando de buscar “la escena” de The Nanny, que me había servido de ejemplo para ilustrar el efecto que genera las compras sin pensar en fechas comerciales, me sumergí un poco sin quererlo y un poco adrede, en el mundo de los contenidos audiovisuales de mi pasado.

Luego de una hora de mirar todos los capítulos de la Nana Fine, en velocidad XX3, llegue al que estaba buscando: Temporada 4, Episodio 3: “Nido de pájaros”. (DATO: pueden encontrar la serie en HBO). El capítulo empieza con su protagonista, en la puerta de una tienda multi-marca de Londres, previo a un día de rebajas semestral, en donde se ven descuentos superiores al 75%.

Con el humor que caracteriza a la serie, muestran una especie de estampida que es generada cuando se abren las puestas del local, provocada por las colas de compradoras desesperadas en busca de una prenda. En la desesperación por conseguir algo barato, la Nana Fine entra en una disputa por un cárdigan que luego le traerá algunos problemas.

La escena me dejo pensando. Y luego de mirarla una y otra vez, empecé a preguntarme, ¿Por qué esa escena quedo en mi memoria?

Esta estampida de compras alocada se había guardado en la mente de esa Carmen chiquita, que tomaba la merienda mirando una serie graciosa. ¿Por qué? ¿Qué significaba? ¿Y qué tan importante había sido que 25 años después la seguía recordando?

Hace mucho tiempo me encuentro sumergida en trabajar la moda, y sobre todo en repensar la forma en que la consumimos.

Este año comencé un camino hacia la educación del consumo de la moda. Mi primer paso, fue lanzar mi curso: USA MAS TU ROPA, resultado de un interés personal por compartir y dar a conocer diferentes “trucos”, o “tips” que quizás no todas las personas que me seguían conocían, y poder así, sacarle provecho a las prendas que ya tenían en su guardarropas, activando como efecto colateral positivo, la creatividad y la diversión al momento de vestirnos.

Pero cuando me puse a pensar en profundidad en esa escena de la Nana Fine, me di cuenta, que en realidad, el trabajo de VIVA LA MODA no era de EDUCAR, sino de RE-EDUCAR. Enseñar sobre lo que ya se había aprendido.

Noté que desde muy chiquitita, había estado receptiva, a un montón de micro-mensajes que se iban grabando en mi cabeza con diferentes contenidos a los que había ido consumiendo, y quizás también esos mensajes hicieron que me dedicara a la moda.

Es por eso, que sin intenciones de demonizarlo, pero si de exponerlo, me decidí a repasar un poco todos los contenidos que había consumido en mi adolescencia y adultez temprana vinculados a la moda, y que me habían llevado a creer, que alguien que le gusta la moda, que tiene estilo o que es exitoso en la materia, era alguien que tenia una sola receta: COMPRABA MUCHA ROPA.

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LA TELE, MI NIÑERA

Cuando hoy se habla de las tablets o youtube kids como “la niñera digital”, me remonto a mi infancia y me doy cuenta de que yo también tuve una niñera de ese estilo: la televisión.

El ritual de merendar mirando la tele, junto a mis hermanos, era algo que solíamos hacer y que seguramente muchas de las personas que están leyendo también hacían.

Para las millennials, criadas y acompañadas en la adolescencia y el comienzo de la vida adulta con personajes como The Nanny, Carrie Bradshaw, Olivia Silverstone en Clueless, Rachel de Friends, Serena y Blair en Gossip Girls, Mia Colucci en Rebelde Way y seguramente muchos personajes más que me esté olvidando de la cultura pop de los 90 y principios de 2000, ellas eran LA MODA.

Sus personajes probablemente mostraban su esplendor de carácter cuando daban a conocer sus guardarropas repletos o sus infinidades de looks.

Y si bien en mi familia nunca me inculcaron ese tipo de valores tan pegados a lo material, escenas como la de Clueless del guardarropas giratorio e inteligente, o Carrie enloqueciendo en la película de Sex and The City por encontrar un departamento con un guardarropa adecuado, son escenas que también se grabaron en mi retina. ¡La ropa era parte fundamental de esos personajes!

Personajes que tenían mucho dinero para comprar todas las prendas que querían, y si no lo tenían, eran capaces de endeudarse y llegar hasta las últimas consecuencias con tal de seguir utilizando sus tarjetas de crédito para abultar sus stocks de prendas.

En muchos casos se lo tomaba como algo gracioso, y cuando ya se desbordaba a niveles preocupantes, se lo trataba como un problema, pero muy livianamente. Es lógico, porque toda la sociedad estaba sumergida en ese hiper-consumo, no había rastros de los daños ambientales ni económicos ni se hablaba de SUSTENTABILIDAD.

Esto es lo que consumí y lo que mame de muchos de mis personajes favoritos que veía en la tele. Que claramente no eran favoritos por esa categoría únicamente, pero si había algo de todo eso que me encantaba y terminaba entendiendo como “éxito”.

Y cuando no son ni uno, ni dos, ni tres personajes únicamente, se generan estereotipos, que implícitamente nos venden un éxito personal, laboral, social o incluso hasta de belleza a través de un guardarropa repleto. Y una vez instalado en la mente, es muy difícil no caer en la trampa de los mismos hábitos.

¿Cómo pedirle a una niña que se crio viendo todos esos comportamientos, que no los repita? Si en alguna forma, eso la educó…

¿Como no pretender curar un tropezón amoroso o emocional, con una tarde de shopping? Si eso es hacia nuestros personajes favoritos.

Y acá no voy a quitar la responsabilidad de los seres adultos que terminamos siendo en 2020, pero hay un porcentaje de responsabilidad en esta cultura del hiper-consumo que es consecuencia de una cultura audiovisual que se gesto en los 90 y 2000, sobretodo apuntada hacia el publico adolescente femenino.

Desarmar la mentalidad de hiper-consumo en la moda es muy difícil. Primero, porque se trata de una industria muy grande y con mucho poder de convencimiento. Segundo, porque si son como yo, amantes de las prendas, de las texturas, de los colores, de las tipologías y de la vestimenta en general, es muy difícil decirle que no a una prenda que te enamoró. Y tercero, si tambien al igual que yo, son adictos a LA NOVEDAD

La moda, es la novedad constante, es el remedio al aburrimiento estilístico, y cuando no tenemos en claro nuestro estilo, no estamos conformes, estamos incomodos o incluso hasta enojados con nuestro guardarropas, LA NOVEDAD siempre parece ser la salvación.

La industria del Fast-Fashion, ha hecho de la novedad, un modelo de negocio muy eficiente, con producciones impresionantes, que incluso producen más de lo que la humanidad podría consumir, con una velocidad de respuesta inmediata a las tendencias del momento y un montón de bling bling para hacer creer a su audiencia que: ESA PRENDA ES LO QUE NECESITAN COMPRAR, pero también en su lado oscuro, generando contaminación y desechos, además de explotación laboral y un montón de cosas tremendas que no me voy a expandir en esta oportunidad.

¿QUÉ ES NOVEDOSO PARA MI AHORA?

Encontrar esa sensación de NOVEDAD en otro lado, para las personas que la buscamos constantemente, es el desafío principal que me toca enfrentar en el momento de re-educar (y re-educarme a mi misma) en la forma de consumir moda.

Luego de trabajar mucho tiempo en mis comportamientos individuales, encontré “LA NOVEDAD” en diferentes espacios Entendí que la novedad no necesariamente tenia que ser nuevo para todos, sino que bastaba con que algo fuera NUEVO PARA MI.

Empecé así entonces a descubrir la novedad de la moda y la indumentaria en un montón de lugares a los que antes quizás no había acudido.

Encontré la novedad indagando en el pasado estilístico de mi familia, conociendo las historias de las prendas que llegaban a mis manos y por consecuencia a mi guardarropas.

Encontré la novedad en charlas con personas que producen prendas y que me cuenten sus sueños y sus procesos.

La novedad también la encontré haciendo el ejercicio de redefinir mi estilo en loop, e ir abriendo diferentes compuertas a nuevas prendas que quizas en otro momento, no me animaba, o no me interesaba usar.

En comprometerme con colores, con estampas, con tipologías, que siempre estaban ahí, me hacia sentir bien, pero que quizás yo antes las abandonaba rápidamente en busca de una nueva prenda.

Entender que LA NOVEDAD no necesariamente estaba en el shopping, hizo CALMAR mi ansiedad de consumo interna, y logró que -hoy en día- me resulte más divertido ordenar mi placar que salir a buscar cosas nuevas.

­En conclusión, mi viaje hacia la reeducación del consumo de moda ha sido un redescubrimiento de la novedad en lugares inesperados.

A través de reflexionar sobre las lecciones implícitas de mis personajes favoritos de la televisión, desafié estereotipos y encontré la frescura en prendas con historias familiares, en conversaciones con diseñadores de mi ciudad y en la redefinición de mi propio estilo.

Este viaje no fue rápido ni fácil y no pretendo que de un día para al otro dejes de de comprar ropa ni mucho menos, simplemente quería contarte mi experiencia para que vos puedas recordar tu infancia y cuestionarte de dónde vienen tus hábitos de consumo de moda.

El recorrido que hice me trajo una pregunta crucial que quiero compartirla con ustedes: ¿cómo podemos reconstruir nuestra relación con la moda para abrazar la novedad de manera sostenible y significativa?

Gracias por leerme, me encantó poder compartir esto con ustedes y reflexionar juntas.

Me encantaría que me cuenten si se sintieron identificadas con mi historia o cómo es su vínculo con la ropa. Espero sus respuestas!!!.


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